Un duro camino he recorrido hasta llegar a día de hoy. Muchos tal vez hayan abandonado a mitad, otros habrán continuado como yo. Derrotando las dificultades y sobreponiéndose cuando se caían. Porque los caminos hacia los sueños nadie dijo que fueran fáciles.
Una experiencia única que recomiendo a aquellos que tengan sueños y quieran cumplirlos. La satisfacción de uno mismo es un gran premio, un gran regalo para tu persona. Días oscuros he vivido, también luminosos. Dolorosos y donde a veces creía que no era capaz de continuar. Donde la imaginación te abandona y parece que ya no quiere volver a ser tu compañera. La inspiración viaja lejos de ti y por mucho que la buscas no la encuentras. Lo más frustrante y desesperante para un escritor, que desaparezcan las palabras. Ver una hoja en blanco y… sentir que tu mente está igual. Días tristes tiene que aguantar el escritor. Pero no hay que tirar la toalla. En esos días hay que descansar. Y pensar que mañana será otro día. No es fácil, pero es lo único que se puede hacer.
Y ahora que por fin he visto mi obra entre mis manos y he podido hojear sus páginas como las de cualquier otro libro que tenga en mi estantería, puedo sentirme orgullosa por no haber tirado la toalla. Y mi primer sentimiento al tenerlo, al tocarlo, al sentirlo fue… ¿Esto lo he hecho yo? El corazón me latía con fuerza. Sentía los ojos brirllarme con luz propia.
Pero la realidad es que esto solo acaba de empezar. El sueño aún no ha terminado. Queda la perseverancia, la paciencia y la ilusión. Mi sueño realmente empieza ahora.